Viajar a la playa es uno de mis mayores placeres:
puedo nadar, comer, beber, dormir, tomar el sol, respirar
aire húmedo, jugar con las olas y disfrutar de la arena en mis pies.
Un viaje a la playa con un sumiso generoso, servicial y masoquista, ofrece además otro tipo de opciones, especialmente si hay cerca una tienda especializada en pesca y navegación.
Claro que tantas ocupaciones requieren energía;
pero la ventaja de las playas del Pacífico mexicano es que
tienen excelentes restaurantes, con una hermosa vista
del atardecer.
Así, cuerpo y alma pueden prepararse para continuar
con la diversión nocturna...
¡Gracias querido "b" por esta deliciosa vacación de Dominación!